VIDA
CÓSMICA EN LA MISTERIOSA LUZ CRISTALIZADA
En
las anteriores entregas de «Piedra Filosofal» estuvimos recuperando
la cosmogonía mineral y la visión de mundo de los sabios de esta
Tradición; sus enseñanzas se hacen otra vez muy actuales dado que
los avances de la ciencia actual —en especial la física cuántica—
las viene confirmando como perspectivas verosímiles, aunque la
realidad incluso las sobrepasa.
Falta a la perspectiva actual
reconocer que la consciencia cósmica es un ánima de la luz
omnipresente en la manifestación, aunque en grados distintos de
densidad, intensidad y calidad.
Cabría
recordar que siempre ha sido una constante de la espiritualidad
humana creer que las estrellas —los astros solares: grandes
centrales de generación de energía luminosa— rebosan de vida y
conciencia.
En la cosmovisión antigua, representaban esta idea-base
de la Tradición diciendo que el cielo estaba habitado por espíritus
y que las estrellas eran deidades. El cosmos reflejaba para ellos un
misterio con infinita Vida y formas de vida, tanto en lo visible como
en lo invisible.
Gracias
al poder de amplificación de visión proporcionado por la materia
cristalina (en los telescopios y ordenadores, por ejemplo), ahora
sabemos que existen cien mil millones de estrellas formando tan sólo
este gran Ser de luz en el que vivimos: la Vía Láctea. Y hay miles
de millones de galaxias en el universo conocido.
Si hay vida en este
pequeño y periférico planeta nuestro, y tan inmensas son las
dimensiones de lo existente —con la infinidad de planetas que
existen—, ahora sabemos que ha sido una auténtica locura (además
de un acto de inimaginable ignorancia y soberbia) creer que sólo
había vida en la Tierra.
La
vida es un fenómeno cósmico y el cosmos posee un potencial de
manifestación de infinidades de formas de vida. Si hay tantas formas
de vida, ¿cómo dudar de que existe una suprema consciencia
viviente, rectora y generatriz, más allá de todas las especies
animales?
Se sabe que, además, en esencia, la vida está ligada a la
fenomenología de la luz, y que si hay energía luminosa en infinita
proyección por el universo, entonces los postulados básicos de la
religión humana están bien fundados y estamos todos inmersos en un
océano de infinita consciencia divina.
En
el cosmos visible hay espacio con probabilidades más que evidentes
de que exista mucha vida, pero no sólo en este cosmos. Con
terminología científica, la astrofísica reproduce antiguas
enseñanzas tradicionales: dice que mitad del cosmos son agujeros
negros, y que detrás de cada uno, puede haber otro universo completo
e inmensurable, lleno de mundos y de seres vivientes.
La realidad es
que la arquitectura celestial es un templo con dimensiones infinitas:
una catedral de luz en movimiento.
Que
la existencia tiene un número infinito de mundos es una constante de
los sabios de todas las eras, una verdadera tradición universal de
la humanidad. Esta intuición básica —por infalibles evidencias
matemáticas—, sabemos ahora que no estaba equivocada.
Todo lo que
uno pueda imaginarse es ínfimo en comparación con lo que existe
realmente. El tamaño y las dimensiones del Multiverso son tan
descomunales que tiene espacio para todo: la imaginación será
siempre superada por la realidad.
La
astrofísica descubrió que la arquitectura celestial está formada
por rectas infinitamente curvas, transportando la información de la
luz, y que gracias a estas autopistas luminosas, los mundos están
interconectados entre sí.
La energía generada por las estrellas
ilumina el cosmos y conecta los mundos entre sí. La perfección de
lo existente desconoce límites. El Multiverso está iluminado por la
conciencia de la luz.
El
fenómeno de la luz está, además, mucho más allá de la luz
visible y fotónica. Ésta es tan sólo lo muy poco que los sentidos
y los instrumentos humanos son capaces de percibir y captar, la mayor
parte de esta energía luminosa permanece invisible y es todavía
indetectable.
Si la materia es energía de las estrellas, entonces,
el mundo material es luz cristalizada y la materia preciosa, según
la terminología religiosa, es Verbo cristalizado. Es la información
más esencial de las estrellas; la información de las piedras
cristalinas ha cristalizado los patrones de armonía de la conciencia
divina.
El
Cristal es un concentrado de luz y a su vez, un amplificador de
energía-consciencia luminosa. Las estructuras cristalinas reproducen
y amplifican la conciencia de la luz.
Es un auténtico portento que
el cosmos se haya movido tanto como para que uno pudiera sentarse a
meditar, con Gemas humanas y cristalinas. Los humanos estamos
inmersos en un auténtico milagro. Cada punto de luz del Universo
irradia conciencia propia. Todo está vivo. Tú mismo eres Luz
Cristalizada".
Extracto de la Colección Libros del Curso Piedra Filosofal, el Lapidarium Boström Líber Mirabilia Mineralium con sus 36 tomos/Grados de Consciencia Cristalina y Poder Adamantino.
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