domingo, 6 de enero de 2013

Vida Cósmica en la Luz Cristalizada




VIDA CÓSMICA EN LA MISTERIOSA LUZ CRISTALIZADA

En las anteriores entregas de «Piedra Filosofal» estuvimos recuperando la cosmogonía mineral y la visión de mundo de los sabios de esta Tradición; sus enseñanzas se hacen otra vez muy actuales dado que los avances de la ciencia actual —en especial la física cuántica— las viene confirmando como perspectivas verosímiles, aunque la realidad incluso las sobrepasa. 

Falta a la perspectiva actual reconocer que la consciencia cósmica es un ánima de la luz omnipresente en la manifestación, aunque en grados distintos de densidad, intensidad y calidad.

Cabría recordar que siempre ha sido una constante de la espiritualidad humana creer que las estrellas —los astros solares: grandes centrales de generación de energía luminosa— rebosan de vida y conciencia. 

En la cosmovisión antigua, representaban esta idea-base de la Tradición diciendo que el cielo estaba habitado por espíritus y que las estrellas eran deidades. El cosmos reflejaba para ellos un misterio con infinita Vida y formas de vida, tanto en lo visible como en lo invisible.

Gracias al poder de amplificación de visión proporcionado por la materia cristalina (en los telescopios y ordenadores, por ejemplo), ahora sabemos que existen cien mil millones de estrellas formando tan sólo este gran Ser de luz en el que vivimos: la Vía Láctea. Y hay miles de millones de galaxias en el universo conocido. 

Si hay vida en este pequeño y periférico planeta nuestro, y tan inmensas son las dimensiones de lo existente —con la infinidad de planetas que existen—, ahora sabemos que ha sido una auténtica locura (además de un acto de inimaginable ignorancia y soberbia) creer que sólo había vida en la Tierra.

La vida es un fenómeno cósmico y el cosmos posee un potencial de manifestación de infinidades de formas de vida. Si hay tantas formas de vida, ¿cómo dudar de que existe una suprema consciencia viviente, rectora y generatriz, más allá de todas las especies animales? 

Se sabe que, además, en esencia, la vida está ligada a la fenomenología de la luz, y que si hay energía luminosa en infinita proyección por el universo, entonces los postulados básicos de la religión humana están bien fundados y estamos todos inmersos en un océano de infinita consciencia divina.

En el cosmos visible hay espacio con probabilidades más que evidentes de que exista mucha vida, pero no sólo en este cosmos. Con terminología científica, la astrofísica reproduce antiguas enseñanzas tradicionales: dice que mitad del cosmos son agujeros negros, y que detrás de cada uno, puede haber otro universo completo e inmensurable, lleno de mundos y de seres vivientes. 

La realidad es que la arquitectura celestial es un templo con dimensiones infinitas: una catedral de luz en movimiento.

Que la existencia tiene un número infinito de mundos es una constante de los sabios de todas las eras, una verdadera tradición universal de la humanidad. Esta intuición básica —por infalibles evidencias matemáticas—, sabemos ahora que no estaba equivocada.

 Todo lo que uno pueda imaginarse es ínfimo en comparación con lo que existe realmente. El tamaño y las dimensiones del Multiverso son tan descomunales que tiene espacio para todo: la imaginación será siempre superada por la realidad.

La astrofísica descubrió que la arquitectura celestial está formada por rectas infinitamente curvas, transportando la información de la luz, y que gracias a estas autopistas luminosas, los mundos están interconectados entre sí. 

La energía generada por las estrellas ilumina el cosmos y conecta los mundos entre sí. La perfección de lo existente desconoce límites. El Multiverso está iluminado por la conciencia de la luz.

El fenómeno de la luz está, además, mucho más allá de la luz visible y fotónica. Ésta es tan sólo lo muy poco que los sentidos y los instrumentos humanos son capaces de percibir y captar, la mayor parte de esta energía luminosa permanece invisible y es todavía indetectable. 

Si la materia es energía de las estrellas, entonces, el mundo material es luz cristalizada y la materia preciosa, según la terminología religiosa, es Verbo cristalizado. Es la información más esencial de las estrellas; la información de las piedras cristalinas ha cristalizado los patrones de armonía de la conciencia divina.

El Cristal es un concentrado de luz y a su vez, un amplificador de energía-consciencia luminosa. Las estructuras cristalinas reproducen y amplifican la conciencia de la luz. 

Es un auténtico portento que el cosmos se haya movido tanto como para que uno pudiera sentarse a meditar, con Gemas humanas y cristalinas. Los humanos estamos inmersos en un auténtico milagro. Cada punto de luz del Universo irradia conciencia propia. Todo está vivo. Tú mismo eres Luz Cristalizada".

Extracto de la Colección Libros del Curso Piedra Filosofal, el Lapidarium Boström Líber Mirabilia Mineralium con sus 36 tomos/Grados de Consciencia Cristalina y Poder Adamantino.


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