sábado, 20 de abril de 2013

Volviendo al Reyno de Kristalos.

La norma medioambiental del planeta no es el período cálido interglacial en el que empezó a desarrollarse la primera civilización humana conocida hasta el presente. Lo normal en la história geológica de laTierra es que este sea un planeta helado, cubierto por glaciares y con un color blanco en vez de azul, visto desde las alturas.

No dejará de ser curioso y paradoxal que, después de dos décadas insistiendo en el calentamiento global, la comunidad científica acabe concluyendo que este fenómeno ocurre como el preámbulo del retorno de la Biosfera a su condición natural de una superfície helada.

Sin embargo, si tan rápido como se anúncia que puede ocurrir con la elevación del nivel del mar por el deshielo, una vez cruzada la masa crítica a partir de la cuál el cambio se acelera de un modo vertiginosamente rápido, igual de veloz puede venir un invierno que no se acabe más.


Volviendo la Tierra a su estado mayormente natural de planeta helado, esto tampoco tiene porqué ser una amenaza de extinción de la vida humana y menos si ésta ha desarrollado una civilización tecnológica avanzada. Lo que seguro no habría lugar sería para una gran mayoría de la actual población mundial cercana a los siete mil millones de individuos.

Recubierta otra vez por el manto cristalino hexagonal de la nieve o en la cristalización del hielo, lo que se acabaría sería el frenesí de las civilizaciones solares, basadas en castas, en mitos dogmáticos, en la explotación y la violencia.

Ocurriría una nueva historia chamánica-tecnológica para el ser humano, tras la experiencia de las civilizaciones, todas sedentarias y creadoras de grandes desigualdades, en culturas de masas que desprecian la noche, lo femenino, el misterio, orientándose enteramente hacía el trabajo, guiados por el imperio de un régimen solar, masculino-patriarcal, productivamente frenético, necesitado de policías y de ejércitos para proteger las propiedades y a sus dueños.

Más fresca la temperatura, o helada, en un nuevo Reyno de Krystalos ("hielo", en griego), la aventura humana tendría de retornar hacía una dinámica de vida más pausada y contemplativa otra vez, serena, introspectiva, y forzosamente, volviéndose más noctívaga que diurna, más acostumbrada al silencio que al ruído, tanto exterior como interior.

En este caso, con la anhelada sonriente "nueva era" amable transformada en una durísima nueva Edad del Hielo, habría de retornar al interior de la Litosfera.

Con antelación, habría de construir grandes espacios intraterrenos y seguros, dónde abrigar lo equivalente a pequeñas ciudades, con una fuente de energía sostenible no-contaminante, y quizás, con una nueva cultura cooperativa de convivencia y una mentalidad con mucha más humildad frente a la naturaleza y a lo desconocido.

Sólo entonces, aunque existan otras fuentes de luminosidad, es cuando se volverá a experimentar al fuego como una energía vital sagrada, como un espíritu de luz de vida, manifiesta para calentar y alegrar la vida humana, con su magia, su lenguaje, su misterio, expresando y proporcionando una sensación de Divina Presencia, confortando, alumbrando cuerpo y mente en la fortaleza de paz del espíritu humano bien asentado en la Gran Armonía.

Toda la historia presente entonces se volvería una tradición, o leyenda, transmitida de generación en generación, quizás con suportes tecnológicos, educando al ser humano con todo aquello que se debe evitar, y enseñando aquello por lo que hay que luchar y priorizar como verdadera fuente de calidad de vida, plena, integral y holística. 

Mientras, antecediendo el pleno retorno de la existencia humana a su antigua gran amiga que no le ha fallado ni faltado ni traicionado nunca, la Tradición del Fuego y las Piedras Sagradas, que maravilloso privilegio es ir iniciándose en el conocimiento y práctica de la energía cristalina, con la cosmovisión amplificada de la gemosofía y los recursos fabulosos de una gemoterapia holística.

Todo prosigue perfectamente hacía lo inevitable, a lo que podemos aceptar, colaborar, o resistirnos. Mejor fluir con esta corriente que agotarse nadando inútilmente en contra de un torrente indomable, amazónico. Aprovechando el tiempo para volverse un gemo-iniciado/a. 

A todos/as los seres crystallinus, gracias por la buena compañía y enhorabuena por ser y estar en el Camino de las Gemas.

Francisco Boström.  


"La Tierra se encuentra al borde de una nueva era glacial, que helará su superficie casi por completo, se afirma, con base en estudios científicos, en el libro ”Calor glacial”, que presentará este martes en la capital española el periodista Luis Carlos Campos.

El autor, especializado en cambio climático, fundamenta su afirmación con investigaciones de miles de científicos, citas y antecedentes precisos.

No obstante, ello se contrapone a lo afirmado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), el organismo creado por la Organización de las Naciones Unidas con la participación de 2.500 científicos de 131 países, que se reúne desde este lunes y por cinco días en París.

El IPCC sostiene que el aumento del dióxido de carbono (CO2), originado por el consumo exagerado de combustibles fósiles, está recalentando la Tierra y que, entre otras cosas, eso lleva al deshielo en los polos, lo que ocasionaría un alza del nivel del mar y con ello la inundación de grandes superficies costeras.

Campos, por el contrario, afirma que la etapa interglacial actual, que ya lleva 11.500 años de existencia, está en su fase final y que la sucedería una nueva glaciación.

Al respecto cita a Nigel Calder, ex editor de la revista New Scientist, quien dijo que ”la amenaza de una nueva era glacial debe ser ahora, junto con la guerra nuclear, la fuente más probable de muerte global y miseria para la humanidad”.

En esa línea también recoge al respecto las opiniones de Fred Hoyle (1915-2001), el astrofísico británico que detractó y llamó irónicamente ”Big Bang (gran explosión)” al modelo dentro de la teoría de la relatividad general que describe el desarrollo del Universo temprano y su forma, y de su compañero el astrónomo Chandra Wickramsinghe, de la galesa universidad de Cardiff.

La nueva era glacial es ”inevitable” y ella hará ”inoperables a una gran parte de las áreas cultivadas ( ), lo que llevaría inevitablemente a la extinción de la mayor parte de la humanidad”, según estos científicos responsables de la teoría de la Panspermia, que sostiene que la vida no surgió en la Tierra sino que llegó en cometas capaces de dispersar el mismo tipo de vida.

Otro científico, Zbigniew Jaworowski, del Laboratorio Central para la Protección Radiactiva de Varsóvia y asesor del gobierno de los Estados Unidos de América, indica que los bosques, lagos, animales, ciudades y toda la infraestructura de la civilización moderna ‘’serán barridos por el avance del hielo ( ) y será incomparablemente más calamitoso que todas las profecías apocalípticas de los sostenedores de la hipótesis del calentamiento global”.

Los motores del cambio climático, sostiene Campos, no serían ni el CO2, ni el hueco de ozono ni los aerosoles contaminantes que lo provocan, sino la influencia de los rayos solares y los cósmicos, que son flujos de partículas cargados de alta energía, lo cual documenta con un escrito firmado por 17.800 científicos.

La Antártida, explicó Campos a IPS, es considerada por los climatólogos como el barómetro del clima mundial.

Los datos indican que, desde hace unos 35 años, grandes partes de la Antártida se enfrían, mientras que una pequeña parte de la península Antártica (fuera del círculo polar) se deshiela a velocidad de vértigo”, afirmó.

En su opinión, eso indica que el recalentamiento no es global ”y que los científicos, los ecologistas y los periodistas hasta hace un par de años estaban manejando datos equivocados o incompletos”, por ejemplo ”confundiendo a la península antártica con el continente antártico”.

A la teoría del agujero de ozono, que indica que las grandes emisiones de CO2 están disminuyendo ese gas y con ello aumentando el calor en la Tierra, la califica como ”tonteoría” y sostiene que es ”el mayor error científico de la historia”.

Fundamenta esa afirmación, entre otras investigaciones, en un estudio de 2005 de John Pyle y otros científicos de la británica Universidad de Cambridge, quienes concluyeron que la disminución del ozono está aumentando y se debe al incremento de nubes estratosféricas y no por la contaminación.

El climatólogo Antón Uriarte, profesor de Geografía Física de la Universidad del País Vasco, dijo a IPS que ”en contra de lo que nos mienten, la tendencia lineal de la temperatura en la mayor parte de Europa y de (la región rusa de) Siberia durante los meses de invierno (diciembre-enero-febrero) ha sido a la baja en los últimos 15 últimos años”

Uriarte también cree que vendrá una era glacial y, si bien la interglacial que estamos viviendo lleva 11.500 años frente a la anterior de solo 10.000, ”la insolación no es la misma ahora, y por eso las condiciones no son tan malas”.

Por eso, comentó que apostaría a que no llegará ahora, sino que puede aguantar miles de años más sin hacerse presente.

Pero cuando llegue, cree que toda Europa se convertiría en una Sibéria y sería la zona más afectada del mundo.

Al preguntarle cómo hacen los científicos para medir el tiempo hablando de miles de años, respondió que ese hace estudiando los hielos con sondas, ya que hasta el color de los mismos cambia según las capas y el oxígeno del hielo indica si hubo más calor o frío.

Domingo Jiménez Beltrán, ex-director general de Medio Ambiente de la Unión Europea y actual director de Tribuna del Agua, declaró a IPS que ”el cambio es incuestionable, así como que el norte de Europa se enfriará y que es indudable que la actividad humana afecta al clima, lo hace sin sentido, por explotación irracional de combustibles fósiles que deberíamos dejar de consumir”.

Aclaró, además, que habrá cambios, pero que no apoya la tesis de Campos, sino la del recalentamiento global que describe el IPCC.

Pero Campos insiste, citando al presidente de la Fundación Argentina de Ecología Científica, Eduardo Ferreyra, quien escribió que el ozono no sirve como escudo de la Tierra contra los rayos solares ultravioletas porque carece de la energía cuántica necesaria para absorberlo, como lo hacen el oxígeno y el nitrógeno.

Ferreyra precisa que ”el oxígeno y el nitrógeno son los verdaderos escudos y representan 99 por ciento de la atmósfera, en tanto que el ozono sólo representa la tres millonésima por ciento”.

Campos también se suma a la opinión de Victoria Tafuri, del Observatorio Nacional de Villa Ortúzar, Argentina. ”No hemos observado ninguna variación en los niveles de la capa de ozono en los últimos 25 años” afirma.

El mantenimiento de la teoría del ozono, añade Campos, se debe a intereses de grandes firmas transnacionales, como la química estadounidense Dupont, y hasta de la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) del mismo país, que de ese modo ”justifica los 870 millones de euros (1.125 millones de dólares) que gastó en un satélite para investigar al monstruo que no existe”.

Acerca de esto, el científico británico Derek Barton (1918-1998), ganador del premio Nobel de Química en 1969, había señalado que ”hay tanta propaganda mediática en cuanto al agujero, que uno se vuelve escéptico”.

”Hace 580 millones de años, el CO2 era de 120.000 partes por millón por efecto de explosiones volcánicas, 350 veces superior al actual” y ”hace unos 438 millones de años era 16 veces mayor que ahora”, añadió.
En declaraciones exclusivas a Campos, Jaworowski afirmó que ”Washington usa el asunto climático como un arma psicológica en ambos casos, tanto con el recalentamiento como con el enfriamiento, pues son una excusa conveniente para que los militares demanden más dinero para defender su dulce tierra de libertad de toda suerte de males”.
Por Tito Dragó. IPS. www.cambioclimatico.com 20/4/"2013".



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