sábado, 27 de abril de 2013

Revelaciones de los Evangelios prohibidos: el Maestro Divino Kristós en los libros santos rechazados como "Apócrifos".



La luz crística-cristalina que os ofrezco en el texto que reproduciré tras ésta introducción, proviene del noveno de los treinta y seis tomos de Libros de Clase/Grados de Consciéncia Cristalino y Poderes Adamantinos Del Lapidarium Boström Líber Mirabilia Mineralium, transmitidos de modo gemo-iniciático como Curso Piedra Filosofal de Formación en Gemosofía y Gemoterapia Holística.

Los cinco primeros Libros/Grados están disponibles desde hace poco como e-books, inicialmente sólo en el idioma es~pañol-castellano, propio para impresión, en la tienda "Cristalshop" del Instituto Gemosófico en el site www.franciscobostrom.com.br.

Enhorabuena. Es una gran oportunidad que nos ofrecen las nuevas tecnologías cristalinas que nos libéran de distancias geográficas y fronteras de cualquier tipo excepto el idiomático, en un tiempoespacio digital cristalina que magnifica los poderes de la Piedra Sagrada.

Gracias a quienes han colaborado con sus medios, tiempo y esfuerzos para colaborar en que fuera posible la escritura y la disponibilidad de la Gemo-Obra, que aquí la tenéis. Les agradezco desde lo más hondo del Ser.

Celebro el nacimiento de este gran portal que se abre con la oportunidad de ofrecer diréctamente este legado de la Tradición Mineral Cristalina desde el mismo autor al iniciando maestro o maestra gemoterapéutica Chrystallinus, sin intermediários, como las antiguas editoriales de papel impreso, transmitiendo con la Gemo-Obra en cada respectivo Grado/Libro, una série de calidades activadoras de la consciencia cristalina holística y los poderes adamantinos para la plena autorrealización del potencial de lo divino en lo humano.

Es una obra enciclopédica llena de citas de grandes maestros y maestras de Sabiduría de la espiritualidad cristalina, y con esta invocación os ofrezco desde el noveno Libro de Clase Gemo-Iniciático de los 36 que constituyen los grados de consciéncia cristalino holi-activados con los poderes adamantinos decorrentes -y la responsabilidad ética que conlleva, como nuevos Guardianes/as de la Tradición de las Piedras y sus retransmisores terapéuticos.

Así lo hacemos estudiando a fondo 108 gemas, cristales, rocas y metales sagrados para la Tradición Cristalina como los supremos gemo-arquetipos cósmicos -minerales como también psico-emocionales- del Panteón de Piedras Sagradas que representan y activan los patrones de armonía cristalinos del que se inicía en los contenidos de su estudios.

Por lo tanto, le ofrezco un homenaje en esta fecha especial cristalizando la rememoración de un aspecto fundamental de la Divina Presencia, desde las transcripciones realizadas por los discípulos seguidores del Kristós. 

Así que os regalo aquí una invocación al espíritu crístico luminoso de nuestra Esencia Cristalina atemporal, libre y multidimensional, rememorando una jóya de texto de un libro sagrado.

Se trata de un Evangelio de los primeros siglos del cristianismo, rescatado por milagro del olvido entre otras obras testimoniales sagradas por la presencia y enseñanza de Jesús transcritas en estos livros santos del cristianismo nasciente.

Que lo disfrutéis y puedas experimentar la felicidad espiritual del Ser Crístico irradiandose como una Luz Interior Refleja en nuestra Esencia Cristalina Inmorta.

Muchos saludos,

F.R.B. 
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LA RELIGIOSIDAD CRISTALINA EN LOS PRINCIPIOS DE LA ERA DE PISCIS Apuntando Yá Al Advenimiento de la Era de ACUÁRIO INAUGURAL DE LA NUEVA EDAD DE LA PIEDRA AVANZADA, "CRISTALINOLÍTICA":




"En la Novena Consagración de entregas del curso «Piedra Filosofal», no podría faltar junto a los maestros conocidos que componen la sabiduría de la Tradición Perenne, el gran maestro iluminado Jesús, arquetipo supremo en la Era de Piscis, arquetipo de un Ser universal y divino manifestado como Ser humano.



Para lograr un máximo de claridad y transparencia, no citaremos un autor cristiano sino las mismas palabras de Jesús —el Cristo luminar de los cristianos—, tal como fueron recorridas por sus discípulos, que guardaron estas enseñanzas recopilándolas en libros como un conocimiento interno, secreto, esotérico, de los primeros grupos cristianos.



Estos libros quedaron para la posteridad hasta nosotros, (por suerte y la ayuda de la Divina Providencia Cristalina), mal llamados como Evangelios Apócrifos.



Nuestra cita viene de uno de estos libros sagrados del Cristianismo naciente, de un Evangelio de la misma época que los cuatro Evangelios oficialmente aceptados denominados «Evangelios de Marcos, Felipe, Mateos y Joan». Aunque larga, la cita es propia de la Novena Entrega del Curso, por el que dejaremos que se exprese ampliamente, entre otras cosas, para ubicar correctamente la famosa sentencia del Gran Maestro Jesús que habla de perlas y cerdos.



En esencia y Espíritu, esta cita está conectada con la Piedra Filosofal, con la Tradición Mineral y el culto a los elementos de la naturaleza, como a las Piedras y el Fuego sagrado. El manuscrito ha sobrevivido como por milagro de terribles persecuciones, de histerias colectivas manipuladas que han llevado a la gente a quemar casi todos los ejemplares disponibles que se habían hecho del Libro.



Por suerte, uno de ellos ha sobrevivido, permaneciendo oculto por más de mil ochocientos años en una jarra de arcilla enterrada en las arenas silícicas próximas al Mar Muerto. Se ha conservado el manuscrito bajo la arena, oculto por los Iniciados que se atrevieron a desafiar la furia bestial desatada por la equívocamente autodenominada “ortodoxia” en contra de la tradición primordial del Cristo y sus discípulos.



Se trata de extractos pertinentes a nuestro curso de un libro fundamental del Cristianismo naciente denominado AGRAFHA EXTRA-EVANGELIO.



Dicen:




1. ‘Y estando con ellos en la mesa, les recomendó que no se retirasen de Jerusalén, mas aguardasen la promesa del Padre (...). Les dijo (el Maestro Jesús): “No os cabe conocer los tiempos o las posibilidades que el Padre ha determinado con su propia autoridad; pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá a vosotros, y daréis así el testimonio de mí, tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, hasta los confines de la Tierra”’.




2. Es necesario recordar las palabras del Señor Jesús, que ha dicho: “Mayor ventura es dar que recibir”.


3. “Hacedlo en mi memoria. Hacedlo tantas veces como bebéis, en mi memoria”.




7. Los apóstoles se disculparon diciendo: “Este mundo infiel e inicuo está bajo el poder de Satán, que no permite a los impuros de espíritu percibir la verdadera fuerza de Dios. ‘Manifiesta, pues, vuestra justicia’.



Pero Él les dijo: “Se han cumplido los años de duración del poder satánico, pero se acercan otras cosas terribles. Yo me he entregado a la muerte por aquellos que pecaron, para que vuelvan a la verdad y no vuelvan a pecar, y para que sean herederos de la gloria espiritual e incorruptible que hay en el Cielo”.




9. Porque he venido a vosotros como el que sirve, no como el que está sentado en la mesa; pero vosotros habéis engrandecido en mi servicio como aquel que sirve.




18. (...) La Escrituras nos exhortan: “sed banqueros experimentados, rechazando el mal y guardando el bien”.




24. (...) Para quien les dijo el Señor: “Quien anda cerca de mí anda cerca del fuego; pero quien está lejos de mí, lejos está de mi reino”.




27. (...) Pues [Jesús ] dijo: “¿Viste a tu hermano? ¿Te das cuenta de que viste a Dios?”.




30. También dijo, acerca de la caridad: “El amor trasciende un gran número de pecados”.




33. “Vendrán muchos en mi nombre vestidos por fuera con piel de oveja, pero que por dentro son lobos voraces. Habrá cismas y herejías.




34. Pues así dijo [el Maestro Cristo/Cristal cósmico encarnado, expresándose como Jesús de Nazareth]:

“Compadezcáis para que os tengan compasión; perdonad para seáis perdonados; conforme a vuestro comportamiento en relación a los demás, así será el de ellos con relación a vosotros; del mismo modo que dais, así se los dará; como juzgáis, seréis juzgados; en la misma medida que sois buenos, usarán de benevolencia con vosotros; la vara con que medís, servirá de medida para vosotros mismos”




40. Dijo Jesús: “No se tiran perlas a los cerdos, pues la sabiduría vale más que las perlas, y quien la desprecia es peor que los cerdos”.




45. “Quien busca el mundo se parece con el hombre que bebe agua del mar. Cuanto más bebe, tanto más tiene sed, hasta que el agua acabe por matarlo”




55. “Pocas cosas del mundo sirven para la única cosa necesaria”




63. “Nadie conoció al Padre, a no ser el Hijo, y a quien el Hijo quiso desvelar; ni nadie conoce al Hijo, a no ser el Padre”




65. “Si no hacéis el dextro como el siniestro, lo que está arriba como el que está abajo, y el que está delante como si estuviera detrás, no conoceréis el Reino de Dios”




66. “Más vale morir en Dios que reinar sobre la tierra toda, de un extremo a otro, ¿pues de qué sirve al hombre poseer el mundo entero si es esclavo en su alma?




67. “A cualquiera que te pida {si puedes} dadle.




miércoles, 24 de abril de 2013

Caballero Bonald, Imperdible, En Conferencia Maestra.


Hola, crystallinus, anti-crystallinus, lectores/as amigos/ y quienes no lo sean:

Os invito a escuchar de un literato e poeta español magníficamente lúcido y brillante, Caballero Bonnald, en un discurso humanista memorable. Saludo los buenos grandes literatos e intelectuales más pujantes del idioma español, tanto de España como de outros povos que adoptáran este idioma "universal", después del idioma ingles.

Aunque Bonald no cita -es evidente, y natural- ni una palabra sobre lo referente a gemosofía y gemoterapia holística, el espíritu y consciencia de sus palabras reflejan la más pura Gemosofía filosófica, o sea, humanista, obrando para la humanización con el transhumanismo, así como con pistas claves para transformar y erradicar el sufrimiento humano masivo. 

Caballero Bonald, además de un grande escritor y magno poeta de las letras españolas, es un gran maestro de sabiduría, laica, civil, humanista. Así que os lo invito a introducirse en "su vasto mundo". No lo perdáis.

El vídeo es un tesoro, y aparte al texto que trataré de reproducir de su conferencia, auqnue lo leáis, aunque así os invito a asistir y excucharle en vídeo, pues su presentación -como ser, aura, humanidad- transmiten algo más incluso que el texto de su memorable conferencia.  

En la íntegra de su brillante discurso al recibir un Premio Literário, recibimos todos/as un genial manifiesto de declaraciones incontestables, de cuño humanista, con "leccciones", o grandes 'clarificaciones', que habría de distribuirse por todos los medios, hasta la escuelas, con muchos otros.

El vídeo con la conferencia tiene exactamente 27:01 minutos. Para los seres provida, humanistas, e "personas del bién", amantes además de la inteligencia, de palabras maravillosas llenas de belleza, poesía y verdad, seguro que lo disfrutaréis mucho.


Enlace del vídeo (mientras en los próximos días procuraré transcribir aquí el texto por escrito, para cuando la dirección de abajo el presente vídeo ya no esté disponible, lo que ocurrirá tarde o temprano. Obs: os sugiero, si os agrada mucho, emprimir en papel):



DISCURSO DE JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD

CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 2012

"Debo empezar reiterando lo más obvio: que el premio Cervantes me ha

deparado la mayor satisfacción recibida en mi ya dilatado trayecto humano y literario.

Se trata por supuesto de un motivo de orgullo muy especial y de un honor que va a

acompañarme cada día, como un estímulo inagotable, en este ya sobrepasado arrabal

de senectud. Tengo que hacerme merecedor de este reconocimiento magnánimo -me

he repetido muchas veces-, como convenciéndome de que debía esmerarme para

que mi trabajo literario alcanzara una suficiente validez. Sólo así iba a poder

equilibrarse lo mucho que recibo con lo poco que ofrezco.

Deseo que mi gratitud se reparta efusivamente entre cada uno de los miembros

del jurado y entre quienes han hecho posible que yo esté hoy aquí, conmovido y

abrumado, recibiendo el premio mayor de nuestras letras. Pienso en algunos poetas y

novelistas que me han precedido en este trance -Antonio Gamoneda, José Emilio

Pacheco, Juan Marsé, Ana María Matute, Juan Gelman-, que son también amigos

queridos y autores predilectos, y pienso en otros compañeros fraternales -José Ángel

Valente, Carlos Barral, Ángel González, Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma,

José Agustín Goytisolo- a quienes la muerte cercenó la posibilidad de recibir los

honores que yo recibo ahora. “Falta la vida, asiste lo vivido”, dijo Quevedo en un

soneto eminente. Y eso es lo que me repito mientras recurro a esta evocación

justiciera. Y mientras procuro sobrellevar la turbadora experiencia de hablar en una

cátedra de la que irradió el magisterio del humanismo español, y desde la que se

instruyó a algunos de los grandes ingenios de los siglos de oro.

El premio Cervantes viene a activar un vínculo siempre latente con nuestro

primer y universal novelista, a quien me tienta aplicar el mismo encomio que dedicó

Rubén Darío a Verlaine: “padre y maestro mágico”. No se me oculta que hablar de la

significación de este premio dispone de ciertos desvíos retóricos difícilmente evitables.

Pero prefiero, en este caso, la retórica a la mesura. He pensado mucho en las

palabras que debía utilizar a este respecto. Y me he preguntado una y otra vez qué es

lo que verdaderamente le debo a Cervantes, cuánto he aprendido de él para que, en

virtud de este premio, se hayan asociado su ejemplo y mi devoción. Y sólo he

encontrado respuestas deficientes.

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Si las cuentas no me fallan, hace ahora justamente dos tercios de siglo que

empecé a adiestrarme en el oficio de escritor, por lo que quizá merezca -eso sí- un

premio a la constancia. Ya apenas si puedo evocar aquellas primeras sensaciones,

tan remotas y difusas, de mi noviciado literario. Pero algo permanece imborrable: la

certeza de que me hice escritor porque antes había leído a escritores que me abrieron

una puerta, enriquecieron mi sensibilidad, me incitaron a usar la misma herramienta

que ellos para interpretar la vida, para aprender a descifrarla. Sin esa enseñanza

previa, nada habría sido lo mismo, claro. Tampoco yo estaría aquí ahora. Soy

consciente de que mi biografía literaria depende tanto de los libros que he escrito

como de los que he leído. Todos ellos constituyen como una especie de espejo

múltiple donde me veo frecuentemente reflejado, y en todos ellos se alojan no pocos

de mis descubrimientos de la vida precisamente porque también en esos libros

descubrí otras vidas, experimenté la sensación de que algo había allí que me ofrecía

la posibilidad de compartir un mundo ignorado y excitante.

Es posible que encontrara en aquellas lecturas algo parecido a una

contrapartida, una compensación frente a la falta de asideros o los desconciertos de la

edad. ¿Quién duda que leer es reconocernos en los otros, desentrañar lo que somos,

recuperar lo que hemos vivido, incluso lo que no hemos vivido, resarciéndonos de

nuestras propias carencias? Recuérdese que todos aquellos que se han valido de la

opresión (desde los terrores inquisitoriales a los de cualquier censura dictatorial) para

programar el mantenimiento de sus poderes, han coartado la libre circulación de las

ideas. Los enemigos históricos de la libertad han recurrido desde siempre a una

suprema barbarie: la hoguera. O quemaban herejes o quemaban libros. En las

ficciones futuristas de un mundo amorfo, despersonalizado, regido por computadoras,

la quema de libros representa algo más que un mandamiento atroz: es una metáfora

de la esclavitud. Bien sabemos que destruir, prohibir ciertas lecturas ha supuesto

siempre prohibir, destruir ciertas libertades. Quien no leía, tampoco almacenaba

conocimientos. Y quien no almacenaba conocimientos era apto para la sumisión. De

lo que fácilmente se deduce que conocimiento y libertad vienen a ser nutrientes

complementarios de toda aspiración a ser más plenamente humanos.

Pienso que tal vez pueda permitirme una modesta jactancia en este sentido.

Quiero decir que esa alianza que el escritor mantiene con sus primeras lecturas, con

las fuentes literarias de su historia personal, tiene en mi caso -o yo deseo que tengaun

preámbulo inolvidable. Estoy refiriéndome a la inmediata posguerra, cuando se

cimentaba el infortunio histórico del franquismo y cundían por el país muy variadas

formas de desolación. Siempre me he hecho una pregunta obstinada: ¿empezaba yo

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a indemnizarme con la lectura de lo que me negaba aquel tiempo desdichado,

pretendía remediar con el placer de un libro los sinsabores y privaciones de la

historia? No creo que fuera consciente de nada de eso, claro. Pero puedo aventurar

algunas pistas. Tengo muy presente, por ejemplo, que en el colegio de los Marianistas

de Jerez, cuando yo cursaba el cuarto o quinto curso de Bachillerato, tuve un profesor

de literatura, culto y afectuoso, que me facilitó una especie de florilegio hecho por él

de las más llamativas aventuras de don Quijote. Quizá tardara en empezar a leerlas,

quizá no había superado todavía esa prevención ante lo que se supone árido o

dificultoso, pero cuando lo hice libremente algo inesperado se filtró en mi capacidad

receptiva. No fue ninguna lección prematura, fue simplemente una conmoción

insospechada.

Aún puedo revivir las emociones que me transferían esas precisas andanzas de

don Quijote. No conservo el recuerdo sino el sedimento del recuerdo, la constancia

placentera de haber descubierto un mundo fascinante, de haber roto un sello, abierto

una ventana por la que podía asomarme a una nueva experiencia de lector, es decir, a

una nueva enseñanza de la vida. Quiero recordar que medio entendí entonces que un

libro te habla, pero también te escucha, que el hecho de elegir un libro y compartir con

él una misma aventura también supone un ejercicio de libertad. Tal vez pudo ser ese

el punto de partida de mis iniciales tentativas literarias, tal vez se inició en aquel ya

distante tramo biográfico una vaga atracción sensible por el cultivo de la poesía.

Aunque lo más seguro es que todo eso no sea sino una conjetura que me planteo al

cabo del tiempo, cuando admitir su veracidad tiene ya mucho de licencia poética.

Entre las reflexiones que pone Cervantes en boca de don Quijote, destaca con

singular notoriedad la defensa que hace de la poesía ante don Diego de Miranda,

afirmando que “engloba todas las demás ciencias” (un juicio, por cierto, que vuelve a

esgrimir el licenciado Vidriera –lo supe más tarde- con las mismas palabras. Por ahí

empezaría yo a vislumbrar, me imagino, el sentido esencial de la poesía, esa

germinación secreta que se propaga a lo largo de toda la prosa inmarchitable del

Quijote. Como decía otro alcalaíno ilustre, Manuel Azaña, en esa prosa de poeta se

estabiliza “la corriente maravillosa que Cervantes introduce en lo real para

descomponerlo”. Cierto. Creo que ahí está expresada una de las más palmarias

claves poéticas de la novela, ese paradigma creador que hizo las veces de anticipo

fundacional de todas las posteriores literaturas. ¿Supe todo eso cuando compartí por

primera vez las andanzas de don Quijote o no fue sino una intuición, un sentimiento

anticipatorio que permaneció latente en mi conciencia hasta años después? Tampoco

me importa mucho aclararlo. Me basta con la presunción de que algo así tuvo que

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ocurrir. Insisto en que, visto a una distancia ya tan excesiva, no tengo otra elección

que creerme a mí mismo.

Cervantes fue casi siempre un hombre de mala ventura y un poeta por lo

común desdeñado. Ni siquiera hace falta añadir que la rutina o la ligereza postergaron

injustamente esa vertiente de la obra cervantina. Más de una vez se ha dicho que

quien escribió el Quijote no podía ser sino un gran poeta. Estoy de acuerdo. En el

Quijote, en los aparejos de su espléndida prosa, se decantan los alimentos

primordiales de la poesía, esa emoción verbal, esas palabras que van más allá de sus

propios límites expresivos y abren o entornan los pasadizos que conducen a la

iluminación, a esas “profundas cavernas del sentido” a que se refería San Juan de la

Cruz. No es ajena a la seducción que emana del Quijote ese concepto de la poesía

entendida como una construcción verbal, como un acto de lenguaje que alumbra las

“cavernas del sentido”. Abundan además en la obra de Cervantes referencias a su

perseverante amor por la poesía. Y, en efecto, así lo atestiguó a lo largo de su incierta

vida, sin que esos empeños merecieran otro futuro que el de quedar oscurecidos ante

la poderosa luminaria del Quijote.

He pensado con frecuencia en esa parcela de la vida de Cervantes medio

emborronada por la incertidumbre, los equívocos, las zonas de penumbra. No se

olvide que Cervantes inicia la publicación del corpus fundamental de su obra cuando

ya rondaba los 60 años, es decir, que es prácticamente en la última década de su vida

cuando aparecen las dos partes del Quijote, las 12 Novelas ejemplares, el Viaje del

Parnaso, las Ocho comedias y ocho entremeses y, al año de su muerte, el Persiles.

No deja de ser llamativo ese desequilibrio, ese reparto desigual de la obra a lo largo

de la vida. ¿Por qué Cervantes escribió o –mejor dicho- por qué publicó tan poco en

su juventud, incluso en su edad madura, y dio a conocer, culminó el ejemplo universal

de su obra ya a las puertas de la vejez, de regreso de todas sus anteriores alianzas

con la adversidad? No se trata ya de trabas editoriales o desarreglos viajeros, sino de

evidencias cronológicas. Recuérdese lo que Cervantes confiesa con desgana en el

prólogo a Ocho comedias y ocho entremeses: “tuve otras cosas en qué ocuparme,

dejé la pluma y las comedias…” Son muchos los años de abandono literario a partir de

la Galatea: casi dos décadas difusamente ocupadas en esos quehaceres irregulares

que, en cierto modo, aportan a la vida de Cervantes una de sus más literales

sugestiones. Ese largo silencio literario no es el silencio de quien ha elegido no hablar,

sino de quien ha hecho del soliloquio un método de maduración previa de la palabra.

Es el mutismo del que lo observa todo para no olvidar nada.

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Ya me corregirá el profesor Francisco Rico si me equivoco, pero esas andanzas

medio enigmáticas de Cervantes, esas huidas imprevistas, tantas vaguedades,

zozobras, cautiverios, vienen a trazar como la síntesis biográfica de un perdedor, de

un hombre de azarosos lances, casi de un aventurero que, como don Quijote, fue

acumulando decepciones, fracasos, desdenes. Pero nunca, sin embargo, renunció a ir

macerando en la memoria su más universal empeño creador: el que hizo de la libertad

un fecundo condimento literario. Basta una simple ojeada al esplendor polifónico de su

gran novela para entender que todo lo que tuvo de infortunada la vida de Cervantes,

acabó encontrando una justiciera contrapartida en esa manifestación suprema de la

propia libertad que es la palabra. “Libre nací y en libertad me fundo”, reza el último

endecasílabo de un hermoso soneto de la Galatea. Una libertad que enarbola

Cervantes como una lanza desempolvada -la del caballero de la Triste Figura- para

protagonizar tantas y tan heroicas hazañas en defensa de los perseguidos, los

oprimidos, los sojuzgados. Todos sabemos que abundan en el Quijote los episodios

en que el andante caballero medita y actúa como un justiciero guardián de las

libertades, como un emisario de la tolerancia, como un hombre decente -en suma- que

procuró igualar con la vida el pensamiento. Decía Octavio Paz que “con Cervantes

comienza la crítica de los absolutos: comienza la libertad”.

Me importa insistir fugazmente en ese prolongado alejamiento de las letras a

que alude Cervantes como de pasada, pero que constituye un atractivo foco de

deducciones. Siempre me ha conmovido, y ahora más, imaginarme al autor del

Quijote navegando sin brújula entre los boatos de la Italia renacentista o los

intramuros argelinos del cautiverio, por la corte encumbrada de Felipe II o la

babilónica Sevilla de finales del XVI y principios del XVII. Asiduo a los garitos y

corrales de comedias, al trato de pícaros y cómicos, un Miguel de Cervantes solitario y

meditabundo, apenas conocido por nadie, iría trasegando desde la vida a la memoria

algunos de los hechos y personajes que pasarían a figurar en muchas de sus

historias. La experiencia del escritor que no escribe, que malvive de oficios

indeseados, comparece aquí como una contradicción in terminis. Más que la imagen

del vencido por la vida, lo que ese Cervantes acaba sugiriendo es la del vencedor

literario de todas las batallas por la libertad. Siempre nos ha dado respuestas el autor

del Quijote, incluso antes de escribirlo. Y luego, en el mismo momento en que

Cervantes saca de su casa a Alonso Quijano, Alonso Quijano otorga a Cervantes una

nueva coyuntura para recorrer los caminos irrestrictos de la libertad.

Y no deseo finalizar este recuento de emociones sin hacer una mención fugaz a

mis débitos personales con la poesía, ese engranaje de vida y pensamiento que tanto

amó Cervantes y que tan exiguas recompensas le proporcionó. La poesía también

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tiene algo de indemnización supletoria de una pérdida. Lo que se pierde evoca en

sentido lato lo que la poesía pretende recuperar, esos innumerables extravíos de la

memoria que la poesía reordena y nos devuelve enaltecidos, como para que así

podamos defendernos de las averías de la historia. Afirmaba Pavese que la poesía es

una forma de defensa contra las ofensas de la vida y ese es para mí un veredicto

inapelable. Siempre hay que defenderse con la palabra de quienes pretenden

quitárnosla. Siempre hay que esgrimir esa palabra contra los desahucios de la razón.

Más de una vez he comentado que mi palabra escrita reproduce obviamente

mis ideas estéticas, pero también mi pensamiento moral, mis litigios personales, mi

manera de buscar una salida al laberinto de la historia. El prodigio instrumental del

idioma me ha servido para objetivar mi noción del mundo, y he procurado siempre que

esa poética noción del mundo se corresponda con mi más irrevocable ideario. Como

suele decirse, en mi poesía está implícito todo lo que pienso, y hasta lo que todavía no

pienso, que ya es meritorio. Cada vez estoy más seguro que la poesía en la que creo,

esa que ocupa más espacio que el texto propiamente dicho, me retrata y me justifica.

Incluso podría añadir que me ha enseñado todo lo que sé sobre mí mismo a medida

que he ido valiéndome de ella para elegir mis propios diagnósticos sobre la realidad.

Creo honestamente en la capacidad paliativa de la poesía, en su potencia

consoladora frente a los trastornos y desánimos que pueda depararnos la historia. En

un mundo como el que hoy padecemos, asediado de tribulaciones y menosprecios a

los derechos humanos, en un mundo como éste, de tan deficitaria probidad, hay que

reivindicar los nobles aparejos de la inteligencia, los métodos humanísticos de la

razón, de los que esta Universidad -por cierto- fue foco prominente. Quizá se trate de

una utopía, pero la utopía también es una esperanza consecutivamente aplazada, de

modo que habrá que confiar en que esa esperanza también se nutra de las generosas

fuentes de la inteligencia. Leer un libro, escuchar una sinfonía, contemplar un cuadro,

son vehículos simples y fecundos para la salvaguardia de todo lo que impide nuestro

acceso a la libertad y la felicidad. Tal vez se logre así que el pensamiento crítico

prevalezca sobre todo lo que tiende a neutralizarlo. Tal vez una sociedad

decepcionada, perpleja, zaherida por una renuente crisis de valores, tienda así a

convertirse en una sociedad ennoblecida por su propio esfuerzo regenerador. Quiero

creer -con la debida temeridad- que el arte también dispone de ese poder terapéutico

y que los utensilios de la poesía son capaces de contribuir a la rehabilitación de un

edificio social menoscabado. Si es cierto, como opinaba Aristóteles, que la “la historia

cuenta lo que sucedió y la poesía lo que debía suceder”, habrá que aceptar que la

poesía puede efectivamente corregir las erratas de la historia y que esa credulidad

nos inmuniza contra la decepción. Que así sea".


Buena suerte, y que seáis felizes los merecedores/as de la Lux Felicitas Cristalinum.
Éxito, alegría, saludo, sabiduría, poder y triunfo para els Chrystalinus.

Saludo adamantino,

Francisco Boström.

sábado, 20 de abril de 2013

Volviendo al Reyno de Kristalos.

La norma medioambiental del planeta no es el período cálido interglacial en el que empezó a desarrollarse la primera civilización humana conocida hasta el presente. Lo normal en la história geológica de laTierra es que este sea un planeta helado, cubierto por glaciares y con un color blanco en vez de azul, visto desde las alturas.

No dejará de ser curioso y paradoxal que, después de dos décadas insistiendo en el calentamiento global, la comunidad científica acabe concluyendo que este fenómeno ocurre como el preámbulo del retorno de la Biosfera a su condición natural de una superfície helada.

Sin embargo, si tan rápido como se anúncia que puede ocurrir con la elevación del nivel del mar por el deshielo, una vez cruzada la masa crítica a partir de la cuál el cambio se acelera de un modo vertiginosamente rápido, igual de veloz puede venir un invierno que no se acabe más.


Volviendo la Tierra a su estado mayormente natural de planeta helado, esto tampoco tiene porqué ser una amenaza de extinción de la vida humana y menos si ésta ha desarrollado una civilización tecnológica avanzada. Lo que seguro no habría lugar sería para una gran mayoría de la actual población mundial cercana a los siete mil millones de individuos.

Recubierta otra vez por el manto cristalino hexagonal de la nieve o en la cristalización del hielo, lo que se acabaría sería el frenesí de las civilizaciones solares, basadas en castas, en mitos dogmáticos, en la explotación y la violencia.

Ocurriría una nueva historia chamánica-tecnológica para el ser humano, tras la experiencia de las civilizaciones, todas sedentarias y creadoras de grandes desigualdades, en culturas de masas que desprecian la noche, lo femenino, el misterio, orientándose enteramente hacía el trabajo, guiados por el imperio de un régimen solar, masculino-patriarcal, productivamente frenético, necesitado de policías y de ejércitos para proteger las propiedades y a sus dueños.

Más fresca la temperatura, o helada, en un nuevo Reyno de Krystalos ("hielo", en griego), la aventura humana tendría de retornar hacía una dinámica de vida más pausada y contemplativa otra vez, serena, introspectiva, y forzosamente, volviéndose más noctívaga que diurna, más acostumbrada al silencio que al ruído, tanto exterior como interior.

En este caso, con la anhelada sonriente "nueva era" amable transformada en una durísima nueva Edad del Hielo, habría de retornar al interior de la Litosfera.

Con antelación, habría de construir grandes espacios intraterrenos y seguros, dónde abrigar lo equivalente a pequeñas ciudades, con una fuente de energía sostenible no-contaminante, y quizás, con una nueva cultura cooperativa de convivencia y una mentalidad con mucha más humildad frente a la naturaleza y a lo desconocido.

Sólo entonces, aunque existan otras fuentes de luminosidad, es cuando se volverá a experimentar al fuego como una energía vital sagrada, como un espíritu de luz de vida, manifiesta para calentar y alegrar la vida humana, con su magia, su lenguaje, su misterio, expresando y proporcionando una sensación de Divina Presencia, confortando, alumbrando cuerpo y mente en la fortaleza de paz del espíritu humano bien asentado en la Gran Armonía.

Toda la historia presente entonces se volvería una tradición, o leyenda, transmitida de generación en generación, quizás con suportes tecnológicos, educando al ser humano con todo aquello que se debe evitar, y enseñando aquello por lo que hay que luchar y priorizar como verdadera fuente de calidad de vida, plena, integral y holística. 

Mientras, antecediendo el pleno retorno de la existencia humana a su antigua gran amiga que no le ha fallado ni faltado ni traicionado nunca, la Tradición del Fuego y las Piedras Sagradas, que maravilloso privilegio es ir iniciándose en el conocimiento y práctica de la energía cristalina, con la cosmovisión amplificada de la gemosofía y los recursos fabulosos de una gemoterapia holística.

Todo prosigue perfectamente hacía lo inevitable, a lo que podemos aceptar, colaborar, o resistirnos. Mejor fluir con esta corriente que agotarse nadando inútilmente en contra de un torrente indomable, amazónico. Aprovechando el tiempo para volverse un gemo-iniciado/a. 

A todos/as los seres crystallinus, gracias por la buena compañía y enhorabuena por ser y estar en el Camino de las Gemas.

Francisco Boström.  


"La Tierra se encuentra al borde de una nueva era glacial, que helará su superficie casi por completo, se afirma, con base en estudios científicos, en el libro ”Calor glacial”, que presentará este martes en la capital española el periodista Luis Carlos Campos.

El autor, especializado en cambio climático, fundamenta su afirmación con investigaciones de miles de científicos, citas y antecedentes precisos.

No obstante, ello se contrapone a lo afirmado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), el organismo creado por la Organización de las Naciones Unidas con la participación de 2.500 científicos de 131 países, que se reúne desde este lunes y por cinco días en París.

El IPCC sostiene que el aumento del dióxido de carbono (CO2), originado por el consumo exagerado de combustibles fósiles, está recalentando la Tierra y que, entre otras cosas, eso lleva al deshielo en los polos, lo que ocasionaría un alza del nivel del mar y con ello la inundación de grandes superficies costeras.

Campos, por el contrario, afirma que la etapa interglacial actual, que ya lleva 11.500 años de existencia, está en su fase final y que la sucedería una nueva glaciación.

Al respecto cita a Nigel Calder, ex editor de la revista New Scientist, quien dijo que ”la amenaza de una nueva era glacial debe ser ahora, junto con la guerra nuclear, la fuente más probable de muerte global y miseria para la humanidad”.

En esa línea también recoge al respecto las opiniones de Fred Hoyle (1915-2001), el astrofísico británico que detractó y llamó irónicamente ”Big Bang (gran explosión)” al modelo dentro de la teoría de la relatividad general que describe el desarrollo del Universo temprano y su forma, y de su compañero el astrónomo Chandra Wickramsinghe, de la galesa universidad de Cardiff.

La nueva era glacial es ”inevitable” y ella hará ”inoperables a una gran parte de las áreas cultivadas ( ), lo que llevaría inevitablemente a la extinción de la mayor parte de la humanidad”, según estos científicos responsables de la teoría de la Panspermia, que sostiene que la vida no surgió en la Tierra sino que llegó en cometas capaces de dispersar el mismo tipo de vida.

Otro científico, Zbigniew Jaworowski, del Laboratorio Central para la Protección Radiactiva de Varsóvia y asesor del gobierno de los Estados Unidos de América, indica que los bosques, lagos, animales, ciudades y toda la infraestructura de la civilización moderna ‘’serán barridos por el avance del hielo ( ) y será incomparablemente más calamitoso que todas las profecías apocalípticas de los sostenedores de la hipótesis del calentamiento global”.

Los motores del cambio climático, sostiene Campos, no serían ni el CO2, ni el hueco de ozono ni los aerosoles contaminantes que lo provocan, sino la influencia de los rayos solares y los cósmicos, que son flujos de partículas cargados de alta energía, lo cual documenta con un escrito firmado por 17.800 científicos.

La Antártida, explicó Campos a IPS, es considerada por los climatólogos como el barómetro del clima mundial.

Los datos indican que, desde hace unos 35 años, grandes partes de la Antártida se enfrían, mientras que una pequeña parte de la península Antártica (fuera del círculo polar) se deshiela a velocidad de vértigo”, afirmó.

En su opinión, eso indica que el recalentamiento no es global ”y que los científicos, los ecologistas y los periodistas hasta hace un par de años estaban manejando datos equivocados o incompletos”, por ejemplo ”confundiendo a la península antártica con el continente antártico”.

A la teoría del agujero de ozono, que indica que las grandes emisiones de CO2 están disminuyendo ese gas y con ello aumentando el calor en la Tierra, la califica como ”tonteoría” y sostiene que es ”el mayor error científico de la historia”.

Fundamenta esa afirmación, entre otras investigaciones, en un estudio de 2005 de John Pyle y otros científicos de la británica Universidad de Cambridge, quienes concluyeron que la disminución del ozono está aumentando y se debe al incremento de nubes estratosféricas y no por la contaminación.

El climatólogo Antón Uriarte, profesor de Geografía Física de la Universidad del País Vasco, dijo a IPS que ”en contra de lo que nos mienten, la tendencia lineal de la temperatura en la mayor parte de Europa y de (la región rusa de) Siberia durante los meses de invierno (diciembre-enero-febrero) ha sido a la baja en los últimos 15 últimos años”

Uriarte también cree que vendrá una era glacial y, si bien la interglacial que estamos viviendo lleva 11.500 años frente a la anterior de solo 10.000, ”la insolación no es la misma ahora, y por eso las condiciones no son tan malas”.

Por eso, comentó que apostaría a que no llegará ahora, sino que puede aguantar miles de años más sin hacerse presente.

Pero cuando llegue, cree que toda Europa se convertiría en una Sibéria y sería la zona más afectada del mundo.

Al preguntarle cómo hacen los científicos para medir el tiempo hablando de miles de años, respondió que ese hace estudiando los hielos con sondas, ya que hasta el color de los mismos cambia según las capas y el oxígeno del hielo indica si hubo más calor o frío.

Domingo Jiménez Beltrán, ex-director general de Medio Ambiente de la Unión Europea y actual director de Tribuna del Agua, declaró a IPS que ”el cambio es incuestionable, así como que el norte de Europa se enfriará y que es indudable que la actividad humana afecta al clima, lo hace sin sentido, por explotación irracional de combustibles fósiles que deberíamos dejar de consumir”.

Aclaró, además, que habrá cambios, pero que no apoya la tesis de Campos, sino la del recalentamiento global que describe el IPCC.

Pero Campos insiste, citando al presidente de la Fundación Argentina de Ecología Científica, Eduardo Ferreyra, quien escribió que el ozono no sirve como escudo de la Tierra contra los rayos solares ultravioletas porque carece de la energía cuántica necesaria para absorberlo, como lo hacen el oxígeno y el nitrógeno.

Ferreyra precisa que ”el oxígeno y el nitrógeno son los verdaderos escudos y representan 99 por ciento de la atmósfera, en tanto que el ozono sólo representa la tres millonésima por ciento”.

Campos también se suma a la opinión de Victoria Tafuri, del Observatorio Nacional de Villa Ortúzar, Argentina. ”No hemos observado ninguna variación en los niveles de la capa de ozono en los últimos 25 años” afirma.

El mantenimiento de la teoría del ozono, añade Campos, se debe a intereses de grandes firmas transnacionales, como la química estadounidense Dupont, y hasta de la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) del mismo país, que de ese modo ”justifica los 870 millones de euros (1.125 millones de dólares) que gastó en un satélite para investigar al monstruo que no existe”.

Acerca de esto, el científico británico Derek Barton (1918-1998), ganador del premio Nobel de Química en 1969, había señalado que ”hay tanta propaganda mediática en cuanto al agujero, que uno se vuelve escéptico”.

”Hace 580 millones de años, el CO2 era de 120.000 partes por millón por efecto de explosiones volcánicas, 350 veces superior al actual” y ”hace unos 438 millones de años era 16 veces mayor que ahora”, añadió.
En declaraciones exclusivas a Campos, Jaworowski afirmó que ”Washington usa el asunto climático como un arma psicológica en ambos casos, tanto con el recalentamiento como con el enfriamiento, pues son una excusa conveniente para que los militares demanden más dinero para defender su dulce tierra de libertad de toda suerte de males”.
Por Tito Dragó. IPS. www.cambioclimatico.com 20/4/"2013".