martes, 27 de marzo de 2012

30'Cap.d Cofradía NeoF.: Fluidez Con Sabiduría


30º Capítulo del Manual Conciliar de la Cofradía Neofranciscana.



FLUIDEZ CON SABÍDURÍA: AHORRÁNDONOS EL ESFUERZO EXCESIVO 


Junto a otros factores clave, existimos porque entre los ancestros hubo suficientes individuos que, incluso con esperanza, alegría y deleite, con el mínimo gasto de energía vital posible, lograran sobrevivir con éxito a largas marchas a pie, en desplazamientos migratorios estivales continentales, que atravesaron selvas, ríos, mares y desiertos, con temperaturas amenas o extremas, se movieron fluyendo como el agua por el surco de las montañas, en inmensas cordilleras, manteniendo el control sobre el propio cuerpo y los elementos, con su fe y voluntad. Así hicieron los pioneros humanos desbravadores desde quienes venimos.

Aun la cultura social y religiosa dominante, aseveró durante dos mil años en Occidente que el mundo y la humanidad fueron creados hace tan solo seis mil años, gracias a los paleontólogos y otros homo sapiens más sapiens que los trogloditas fanáticos religiosos, ahora sabemos que la aventura humana viene desde cientos de miles o millones de años, ya como grupos y comunidades organizadas, en un planeta sorprendente con unos cinco mil millones de años en un Universo de quince.

Los pioneros del principio de la civilización fueron seres valientes o temerosos, no importa, pero que supieron dominar sus miedos y atreverse a sobrevivir en unas condiciones durísimas e inhóspitas. Fueron dignísimas chispas vivientes portadoras de la tradición humana, manifestadores de grados de consciencia e inteligencia cósmica. Son hechos notables que sus herederos contemporáneos no deberíamos de olvidar, porque somos el resultado de la intrepidez, la osadía y la habilidad de estos ancestros. Pero la cuestión es ¿cómo lo han podido?

Esto sólo se puede entender observándolos más allá de los condicionamientos mentales de la ideología dominante neoesclavista de la Era industrial hasta el presente. Esta civilización es un nivel de desdoblamiento superior de la cultura y la mentalidad judío-cristiana, tanto la ortodoxa como de sus numerosas cisiones y herejías. Todo el enfoque de la ideología dominante, ahora aparentemente irreligiosa, reproduce muchos de los viejos mecanismos de siempre del cristianismo histórico, insiste en el espíritu del máximo esfuerzo, sacrificio, lucha, enfrentamiento consigo mismo y los elementos, en guerra con el entorno.
Esta ideología dominante condiciona a no vivir en una relación de armonía y cooperación con el entorno, de modo a aportar y extraer de él la energía vital indispensable con equilibrio, si no todo lo contrario, invita u ordena a combatir, a enfrentarse a la naturaleza hasta el agotamiento, a forzar los acontecimientos hasta el extremo, a luchar contra los elementos en vez de aliarse con ellos para avanzar más con menos esfuerzo y más bien estar, ahorrando energía y alargando la vida.

Es lo opuesto de la auténtica sabiduría tradicional, tanto de Occidente como de Oriente, cuya mentalidad está basada en la observación, la cooperación y el ahorro, para ganar más tiempo de vida con buena calidad y libertad. Eran mucho más prácticos, y desde luego, mucho más honestos.

Lo importante es vivir en armonía inteligente con el entorno, fluir a favor de la corriente (que uno mismo decida), no solo en el agua si no en tierra firme y seca, en la convivencia humana. Observa el qué en las circunstancias incluso adversas te está ayudando, y coopera con ellas. Obra con menos esfuerzo pero más calidad en el esfuerzo, para lograr mejores resultados pero con mayor eficacia, consciencia placentera y dicha. Es gracias a este don de cooperación que los ancestros sobrevivieron, no poniéndose en lucha con los elementos si no descubriendo el cómo dejarse ayudar por ellos.

Acuérdate pues, si te subes – o te bajas – una montaña, que no luches contra ella, no intentes oponerle tus medidas de tiempo ni hagas como un agresor, no la retes. Ofrécela una relación de paz y empatía sin perder la medida adecuada de cautela. Ponte en armonía reposada, mental y física, y ahorrando energía, deja que la montaña misma te empuje al caminar. Adáptate al ritmo que te invita la montaña, deja que el viento u los árboles te muevan hacía adelante, ahorra energía. Disfruta con gratitud de sus tesoros y respira bien, con deleite y goce, disfrutando del aire. Más allá de esta norma no te atrevas que te vas a agotar y poner tu propia vida en peligro.

Coopera con los elementos con sabiduría e inteligencia. Puedes practicarlo, claro, tanto en la naturaleza viva y natural como artificial, en el campo como en la ciudad, en las faenas del día a día en la urbe. Es importante que los neofranciscanos y sus amigos, para su propio bien y el porvenir, com influenciar la Historia y ayudar a muchos más seres humanos, que vivan bien y por muchos años.

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