martes, 18 de octubre de 2011

4ºCap.de Cofradía Neo-F.: El Arte De Vivir En Un Hermoso Cosmos Imperfectamente Perfecto Pero Hostil


EL ARTE DE VIVIR EN UN HERMOSO COSMOS IMPERFECTAMENTE PERFECTO PERO HOSTIL, PELIGROSO E INESTABLE. TEN ATENCIÓN Y CULTIVA LA ESPIRITUALIDAD.

Las leyes mayormente todavía ocultas de la evolución hicieron con que la especie humana resultara, tras quinientos millones de años de un largo y complejo proceso desde una naturaleza sólo micro-bacteriana, en uno de los seres más bellos, nobles y dignos de toda la manifestación a la que accedemos obervar.



Incluso la creatura aparentemente más desfavorecida desde el punto de vista humano, está tocada de una complejidad, una perfección y una dignidad que le hacen objeto de la envidia o del odio de otras especies aún menos favorecidas, sean macro como micro-cósmicas.


Estas formas de vida envidiosas o interesadas, por que pueden alimentarse de la energía sufriente del ser humano y otros vivientes, no se dejan ver con facilidad pero están muy presentes. Ésta es una tradición a modo de testimonio universal de las tradiciones espirituales de todos los tiempos.


El Invisible está poblado. En él hay seres luminosos amigos de la vida del espíritu y la condición humana en evolución, pero también todo lo contrario.


Sean terrestres o extraterrestres, seres físicos cuatridimensionales o astrales y espirituales con otras simetrías, como dicen numerosas tradiciones, el hecho es que los seres humanos deberíamos de ser más conscientes del tesoro que somos portadores por el simple hecho de ser humanos.


Conectar y disfrutar con el tesoro oculto del Ser en ésta existencia, como los del entorno, depende de desligarnos cada vez más de la parte maldita de la herencia colectiva con la que nacemos como miembros de una especie todavía en niveles evolutivos muy bastos.


Al aligerarnos del egotismo y la identificación con la identidad social, cristalizada como personalidad, es como nos hacemos cada vez más “invisibles” a las especies hostiles a la vida humana -feliz sobretodo- con las que convivimos en una dimensión paralela muy cercana, que pueden observar el ser humano encarnado sin ser detectados (fácilmente) ni perceptibles por él, aunque puedan incluso interactuar.


Viviendo más conscientes cuanto al mucho más atentos y preparados que deberíamos de estar con tal de salvaguardar la propia vida, propia y colectiva, la cultura, la civilización y la tradición humana, frente a nosotros mismos, y a la posteridad, por un vida más feliz en un cosmos que nos donó “milagrosamente” la vida y nos la sostiene por un período de tiempo, pero que le sigue siendo francamente hostil.


Si el instinto de conservación, con voluntad, genio e ingenio no obra por sobrellevar éstas dificultades hostiles a la vida, uno sucumbe rápido.


Acostumbrarse a ésta cruda realidad con meditación, entrenamiento y observación aquieta y serena nuestro espíritu, pero a la vez desarrolla nuevas habilidades para que seamos capaces de reaccionar al instante en defensa propia o del grupo y la especie si se da la circunstancia, así como para plantearnos mejor la planificación de un porvenir más feliz.


De éste modo, la espiritualidad no nos oculta la evidencia de la faceta hostil de la existencia, pero nos permite conectar con una Fuente de Energía cristalina superior y amiga que nos revela una Gran Realidad dónde podemos desarrollarnos y sobrevivir con muchos más talentos y recursos.


Lo que mucho nos conviene, que no estamos solos y este es un Universo lleno de bestias, predadores y depredadores, esquejes de errores de la Evolución que se acabaron desarrollando por cuenta propia, gracias a la no intervención del Altísimo.


Conviene que estemos unidos y atentos, alineados con el Espíritu y el gobernador último de los poderes de la manifestación, que la Tradición Perenne de Sabiduría hizo llamar, entre otros términos, la esencia cristalina o Corazón espiritual, e Inteligencia Cósmica, del Ser supremo. Con la plenitud que podemos alcanzar pese las restricciones que se nos impone al espíritu los condicionamientos negativos y las estrecheces de la condición humana.


Así tratamos de hacer tal como hizo nuestro Padre y Maestro espiritual, que sin perder sus propios ideales y su modo de ser, supo adecuarse a las circunstancias por un objetivo superior sin renunciar a su Esencia, por si misma en estado de empatía para con el mundo.


Francisco de Asiz pudo sobrellevar las dificultades de la condición humana sin dejar de elevarse en espíritu, conectándose con la faceta de la realidad “material” que podemos alcanzar -desde una consciencia cristalina espiritual y los sentidos humanos alumbrados por ésta conexión directa con el Gran Espíritu en Uno Mismo- en un santuario interior dónde, aparte la frecuente hostilidad ambiental, también existe belleza, armonía, abundancia.


Si uno lo observa bien, está cercado por una cantidad de encantos que nos pueden incluso permitir una existencia en estado de Gracia y Felicidad.


Nos cabe sobrevivir entre los poderes terrenales para hacer un servicio al plano espiritual más elevado de la Existencia, en el ahora de la propia manifestación, por la autorrealización humana y su re-unificación autoconsciente con el Uno y su Plenitud, logrando en cierto momento una capacidad mágica inenarrablemente placentera de existir en una sólida relación amorosa de Paz con el entorno.


Y así también con lo más difícil: la sanación y buena convivencia desde una Declaración de Paz Interior a partir de la consciencia cristalina espiritual, con la durísima herencia interior con la que uno nace en la condición humana, y más tras la convivencia con los demás seres humanos todavía con la marca de Caín del homo “sapiens” bestialis.


Pese a ello, el buscador Amante del Espíritu puede desapegarse de ésta herencia. Lo hicieran muchos seres humanos realizando un Camino Espiritual auténtico, profundo e intenso. Es posible; si en el pasado hubo no pocos que lo lográran, también lo podemos.  

Estos afortunados transcendiéron buena medida de la maldición prenatal y posterior al nacimiento que caracteriza el legado recibido por los encarnados en la especie humana, desde los genes hasta la memoria del inconsciente colectivo de sus ancestros, muchas veces victimas y algozes sufrientes en la agonía de pertenecer a una condición existencial llena de miedo, infortunio y desesperación. Sin embargo, triunfáran transmutando -a modo de los “alquimistas” como espiritualistas- los viles metales en oro espiritual.


En otra forma de entenderlo, logrando hacer de terribles recuerdos que pueden manchar la paz interior o destruirla sin esperanzas en una persona no Iniciada en la Sabiduría, convirtiéndoles a cambio en puntos de salto cuántico hacía la liberación espiritual.


Es algo de lo más sublime que se puede lograr en el camino de la autorrealización, reinterpretando estos hechos de un modo holístico que los aligera de cualquier pesadez, dejando de atribuirles una significancia o sustancialidad que en realidad no poseen.


Al principio puede que tal hecho espiritualmente orífico parezca difícil o imposible, pero no lo es tras dedicar una parte de las propias energías vitales en una Voluntad adamantina -indestructible- de limpiarse de todo mal con el faro sanador y transmutador de la Sabiduría, con prácticas espirituales regulares.


Son las luces de la meditación, el estudio, la contemplación de lo Bello, el auto-conocimiento, la auto-observación, y el ejercicio de una atención sobre el mundo exterior e interior desde la perspectiva equidistante del Testigo Interior, el verdadero Ser de cada uno, su “espíritu”, chispa del Infinito, el vínculo adamantino inmanente de cada individuo con el Gran Espíritu.


Es el Observador más allá del ego, ésta concreción auto-limitadora implicada en una red de opacidad. El espíritu clarificado desde la esencia del Uno Mismo ve tras las apariencias, conecta los hechos entre sí hasta ligarlos de modo a observar un marco superior que los explica, haciendolos base de la auto-liberación para trascender las ataduras que sabotean la inmensa felicidad potencial de -simplemente- Ser.


Tal como ha logrado en Maestro Avatárico Fundador de nuestra Cofradía, vivir en la propia persona estando libre de ella, no más que como un instrumento para moverse, convivir y sobrevivir un tiempo en la aparente realidad, más allá del pequeño ser individual, desde su Esencia Cristalina, para existir en conexión directa con la consciencia del Ser cósmico y supremo, en el seno de la Iliminitud y el absoluto.


Saludo Fraterno en Amor Adamantino.

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