domingo, 23 de octubre de 2011

5ºCap. d la Cofradía Neo-F: La Hermandad del Amor.




LA HERMANDAD DEL AMOR

Somos místicos contemplativos, aún algunos de nosotros sean muy militantes en lo social, como ciudadanos ilustrados. Pero sobretodo somos amantes del Espíritu puro de la Belleza del absoluto, de los mundos paradisíacos de las dimensiones lumínico-cristalinas superiores del Multiverso. Por eso mismo no somos simples si no complejos. Aceptamos nuestra complejidad y tratamos de no enemistarmos con ella. Estamos por una gran Declaración de Paz Interior, sin pérdida de júbilo, alegría y felicidad mientras nos lo deja el mundo en paz.


Tenemos, en última instancia, quince mil millones de años de evolución tras cada decisión o indecisión. Nos rebelamos contra el estricto orden de fealdad e injusticia que se ha impuesto en la Historia, este falso orden del caos mal organizado de la sociedad de masas.

De la sociedad feudal de los tiempos de nuestro Fundador hasta la sociedad capitalista posmoderna cambiaran las formas de explotación, pero creemos que es en el Amor dónde ha seguido estando la gran revolución, tanto íntima y personal como socio-política-económica.

Los fundamentalismos y los totalitarismos abominan el amor, por que saben que hace del Ser amante, amado y correspondido o no, alguien mucho más libre, y poderoso, capaz de hacer frente a la opresión con un poder de arrastre y eficacia capaz de aflojar los cementos de cualquier orden injusto y autócrata.

La mística del absoluto y la trascendencia es paradójica, como la misma existencia, y en su misma esencia, es una caso de amor apasionado.

Nuestra espiritualidad nos lleva a querer y amar las escasas oportunidades de disfrutar del mundo físico y sensorial. El amor terrenal refleja, para nosotros, el amor trascendente a nuestra divina Musa, la Sophia de Sabiduría, así como el absoluto divino. Es un modo santo de religarnos con la Fuente de todo.

La doctrina paradójica de la inmanencia divina en el mundo, que no contradice el principio de Transcendencia de la Deidad suprema, la consciencia cristalina del Infinito, impulsó tendencias politeístas, que a su vez no descartaban si no que creía en un Ser o Deidad suprema que regía las jerarquías de dioses y diosas que emanó de su Fuente. También inspiró corrientes panteísticas.

Impulsaron muchos teólogos revolucionarios que asombraron los conservadores con reiterados saltos cuánticos. No la defendemos más que como una mitad de la verdad, cuya otra mitad es todo al revés, o sea, la doctrina de la trascendencia absoluta de lo Divino con relación al cosmos manifestado.

La trascendencia del Incognoscible, el Inombrable, más allá de toda dualidad, no excluye ni es incoherente con la doctrina, la experiencia y la espiritualidad de la Presencia Divina. Esto porque la Deidad Trascendente ha emanado Su Gran Unidad en la Diversidad en tanto poderío unitivo del Amor que cristaliza un cosmos, manteniendo las “unidades atómicas” unidas y entrelazada.

Por destapar y no retornar más a estas instancias superiores de la metafísica, para sólo ocuparnos en breve de la práctica de la Sabiduría neofranciscana en el Libro Manual de la Cofradía, pero con las bases y los principios bien asentados, terminemos admitiendo que la metafísica y la teología del absoluto también es la Teología Neofranciscana de la Liberación (espiritual y holística sobretodo, pero en consecuencia, también moral, social y económica) del absurdo y la irracionalidad del mal, cómo de los malefícios de la condición humana hasta su presente nivel evolutivo.

Somos hijos e hijas de la rebelión metafísica ancestral, de una espiritualidad amorosa, y por lo tanto, libertária.

Si las leyes cósmicas son tan contradictorias como ahora sabemos que lo son: que una partícula puede estar en dos o más lugares a la vez, ¿cómo no seríamos contradictorios los místicos como todos los seres humanos? Sería esto de una imperfección tremenda, que nos alejaría del Altísimo.

Por esto aceptamos las contradicciones y las paradojas como parte de lo humano, un reflejo directo de la Manifestación aparente de la “realidad”, tal como es perceptible y observable usualmente.

Así es también como defendemos el derecho a equivocarse, el de intentar ser feliz y poder equivocarse sin sufrir retaliaciones por ello, y por encima de todo, práctica del amor y la compasión.

El hecho es que, para colaborar en el sentido de que ni la mística ni la espiritualidad o la metafísica sean utilizadas en contra de la vida, su celebración y disfrute, en vez de promocionarla que esto sí es su función primordial, con base en una metafísica sólida, nos plantamos en practicar con ahínco el principio del placer dionisiaco sostenido responsable, respetuoso y consensuado.

Y así como una espiritualidad de la “materia” tan válida como las opciones del Amor en celibato o vida monástica, aunque el devoto esté viviendo en una urbe.

En nuestra Cofradía Neofranciscana/Neoclarisa, manifestación renovada de la “Iglesia Invisible” de los Sabios, somos una Hermandad universal del Amor espiritual, físico y sensorial como “meta-físico” -y metafísico-, más allá de todas las fronteras culturales impuestas para reprimir las multiples expresiones del amor entre los seres humanos y con su entorno.

Es así como adoptamos la(s) postura(s) clara(s) de las reglas que preconizó el Maestro Kristós, precursor de nuestro Gran Padre Francisco de Asiz, cuando nos recomendó, en el “decimoquinto Evangelio gnóstico”:

-Amaos unos a los otros, unos sobre los otros, de arriba como los de abajo, por delante y por detrás, para celebrar así el Todo en el Uno.
Sea como sea, sólo o en compañía, nuestra suprema regla y anhelo es el poder unitivo del Amor.

Luz de la luz que resplandece en la consciencia cristalina despierta de la esencia del Ser, alumbrando el santuario interior del espíritu humano con la felicidad de ser Uno con el absoluto divino y su Iliminitud en su Plenitud.

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