domingo, 20 de mayo de 2012

39ºCap.d Manual Neofranciscano: La Cristología del Neofranciscanismo.

39º Capítulo del Concilium Manualis Neofranciscanus de Asis.


LA CRISTOLOGÍA DE LA COFRADÍA NEOFRANCISCANA DE ASÍS

 ("ASISIANA", ASÍ CÓMO DE LA GEMOSOFÍA ESPIRITUAL Y HISTORIOLÓGICA)


Para completar la pespectica cristológica que quizás no haya quedado clara hasta el momento en el libro, pido el permiso a los Maestros Ascensionados de la Cristalinidad espiritual y Guardianes/as de la Tradición Cristalina, para compartir aquí ésta profundización en el centro del culto de la Orden Franciscana hasta el presente desde una perspectiva neofranciscana, anexando a este libro un texto que pertenezce al sexto tomo de la Enciclopédia Gemosófica en el capítulo dedicado al "Simbolismo del Cristal", en pleno convergente con nuestra mística neofranciscana de la Cofradía, que aclarará lo que falta por hacer en relación a un posible culto "anarco"-neofranciscano de Asís con una corriente o tendencia no-cristiana. Gracias.

 
FRANCISCO DE ASIS, EL CRISTAL, CRISTO, KRYSTALOS Y EL KRYSTÓS.

El supremo arquetipo del héroe-solar omnipotente y omnipresente de Occidente en los tan sólo dos últimos mil años (entre los cientos de miles años de paganismo con sus numerosos dioses e diosas), en sus orígenes, ha sido un reflejo perfecto de la energía de la conciencia cristalina actuando en la historia. Jesús de Nazaret, el Cristo salvador, pronto fue adoptado como un arquetipo cristalinísimo y adamantino de la tradición mineral cristalina en Occidente, cya herencia llega hasta la Piedra Filosofal, un arquetipo precristiano.

Al revés igual: para el naciente movimiento cristiano, los supremos arquetipos de perfección de la tradición mineral, los patrones cristalinos de veracidad, belleza y armonía de los Cristales Maestros de la Transparencia, fueron considerados el reflejo más bello y perfecto de la naturaleza crística manifestándose en la naturaleza mineral-cristalina de la Tierra. En otras palabras, la tradición creada de que los Cuarzos Hialinos y los Diamantes más puros son el mayor equivalente del arquetipo del supremo Maestro Jesús en la naturaleza mineral.

Entre el Cristianismo naciente y la Gemosofía y sus corrientes afines hubo un encuentro convergente y sincrético que se siguió desdoblando y revelándose hasta muchos siglos después, como en la cultura medieval del Santo Grial, entre filósofos y alquimistas, y los círculos herméticos cultos del Renacimiento. La observación y análisis del supremo arquetipo cristiano no podría faltar, por lo tanto, en esta sexta entrega del apartado del curso dedicado a los Simbolismos del Cristal.

Entre los nombres de Cristo y el Cristal –y los patrones espirituales que cada uno representa- hay mucho más que tan sólo una simetría semántica y etimológica. La cruz del sufrimiento crucificante de la religión cristiana actual, empezó a utilizarse en los siglos XI y XII, y no fue adoptada oficialmente sino en el Concilio de Trento, en el XVII. Hasta entonces, y hasta el siglo IV en especial, el símbolo de Cristo no era la cruz del crucificado que se utiliza hoy sino el pez, el Cristal y la Cruz Hexagonal, más conocida por Crismón (la Cruz Cristalina), que representa la luz espiritual, la resurrección y la multi-universalidad.

Las primeras generaciones de cristianos se identificaban, se reconocían y representaban su fe por medio de los prismas hialinos como símbolo de su supremo Maestro y redentor, en la naturaleza mineral. Les interesaba, además, conectar con esta tradición mineral que era una de las tradiciones más enraizadas de cuantas habían. No se habrían imaginado ellos que unos siglos más tarde -en plena Era oscura de Piscis del Medievo en Europa-, un supremo pontífice romano lanzaría al mundo cristiano la bomba de un decreto papal que excomulgaba a todos los que tenían tratos con las piedras sagradas, o sea, a casi toda Europa.

Las primeras generaciones de cristianos experimentaron en la pureza, la claridad y la transparencia del Cuarzo Hialino, el reflejo del mismo recogimiento y confort espiritual que experimentaban en la meditación con Cristo. El cristianismo reconoció así en los prismas hialinos la presencia de Cristo, y apreciaba en estos minerales transparentes el símbolo supremo de la religión. La piedra sirvió además de signo esotérico de reconocimiento entre los cristianos en los tiempos de la más cruel persecución. Uno reconocía en el otro con el Cristal una hermandad espiritual.

Pero con el paso del tiempo, se impusieron otras tendencias más drásticas, más dogmáticas, violentas y autoritarias, y estos orígenes han sido borrados de la memoria colectiva. Aunque no pudieron jamás se exterminados del todo, pues una vez y otra la conciencia y el conocimiento han vuelto a resplandecer y resurgían en las corrientes culturales ocultas.

En todo este tiempo, siempre hubo muchas personas que experimentaron graves e insuperables dificultades para entender, aceptar y amar al Cristo impuesto por la religión dominante. Se trataba para ellas de un ser distante, formal y severo, muy lejos de la realidad de uno mismo. No obstante, hay que distinguir tres personas o arquetipos distintos: el Jesús histórico real, el Jesús Cristo creado por la Historia, y la auténtica conciencia Khrística.

Empezando por el culturalmente mayoritario Jesús central, el Jesús inventado, elaborado e impuesto, es una creación de diversas épocas, culturas y circunstancias. Es una versión tan legítima como cualquier otra, pero tiene poco que ver con la realidad histórica y espiritual del personaje; se ha modificado y adulterado, y además, se impuso terribles sufrimientos sobre demasiada gente en demasiadas épocas y lugares.

El Jesús histórico –por lo que se ha descubierto en los últimos tiempos, y se sabe ahora por fin con transparencia– ha sido una mezcla de guía espiritual y jefe revolucionario.

Jesús de Nazaret fue un visionario iniciado en la secta iniciática gnóstica de los esenios, que preconizaba el advenimiento del reino de Dios sobre la Tierra y quería implantar una nueva Era. Literalmente, Jesús quería expulsar a los romanos invasores que sometían al pueblo hebreo y crear una teocracia renovada en Palestina, con él mismo a la cabeza. Él mismo lo había dicho: era el Mesías, y serlo –en su cultura-, significaba reinar en el Cielo pero también en la Tierra.

Aunque se sospecha que el Jesús real nunca dijo realmente muchas cosas que se le atribuyeron, en particular en las traducciones con grandes cambios de los cuatro evangelios permitidos y obligatorios. Se ha creado un arquetipo salvador heroico conservador, a partir de un personaje real marginal y revolucionario. Lo cierto es que el Jesús real parece que sí se enfrentó a las autoridades, promovió una insurrección popular, fue capturado, y en principio, asesinado.

Como se acostumbra a hacer muchas veces a lo largo de la Historia con lo mejor que genera, la humanidad al final lo mató. Jesús fue muy transparente, luminoso, amoroso y duro como un Diamante, y la especie humana entera saltó un escalón evolutivo con su paso por el mundo, introduciéndose en una nueva era basada en teoría en el amor y en un nuevo grado superior de conciencia colectiva, pero entonces, no le perdonaron tanta revelación transformadora y lo mataron.

Le quitaron la vida terrenal, y más tarde, en su nombre, se cometieron barbaridades, pero en esencia, la conciencia Krística que él amplificó siguió siendo válida con la misma pureza original de Cristo, el Cristal o el Diamante.

El grado de conciencia alcanzado y cristalizado por Jesús es una esencia cósmica luminosa plasmada en el reino mineral en seres que alcanzaron este grado interior equivalente de pureza, claridad y transparencia. Los Cristales Hialinos y Adamantinos también tienen una información espiritual preciosa cristalizada en la materia. Son grafía divina y Verbo cristalizado.

Por otro lado, está la tercera vía, la más importante de todas, la que se ha convenido en llamar Conciencia Crística: un estado cristalino superior de conciencia. Le corresponde el entendimiento de la naturaleza divina en Uno mismo, en el Ser humano como Hijo de Dios, con un valor infinito por el simple hecho de estar vivo y ser portador de luz de la conciencia cósmica, como alter cristos.

En este grado cristalino-crístico de conciencia el Ser humano lo acepta, lo reconoce y resplandece como un Cristal Crístico con la misma claridad de luz espiritual y vida eterna. Se hace Uno con Dios. Esta mística de la trinidad unificante y triunfante de los principios divinos entre el Cristal cósmico, Cristo y la Conciencia de la Luz, es uno de los pilares fundamentales de expresión de espiritualidad de las gemas. Una espiritualidad libre, abierta, no-dogmática, individualista, sana, inteligente, solidaria, pacífica y ecológica.

Cuanto al Jesús histórico, humano e iluminado a la vez, gran avatar y paradigma de Occidente por varios siglos, y en esencia con un mensaje atemporal, le habrá resultado difícil en el Cielo superar todas las guerras, torturas y asesinatos colectivos cometidos en Su nombre.

El hombre deífico que luchó por la libertad de su pueblo como la de toda la humanidad en la Palestina rendida por el Imperio (Romano), fue más tarde utilizado para suprimir la libertad individual en todo el mundo. El espeluznante hecho de que sus propios discípulos se obsesionaran después en calumniar por tantos siglos a la que ha sido su fiel compañera, Maria Magdalena, como prostituta, debe de haberle parecido una burla cruel.

Pero la conciencia cristalina y la conciencia Khrística, así como la conciencia búdica y la de otros arquetipos humano-deíficos supremos, constituyen variaciones de un mismo Avatar con diferentes caras para manifestar la misma y única Esencia luminosa cósmica, cristalizada, como un Cristal multifacetado.

Esta Esencia se cristalizó en la personalidad y en la vida de Jesús de Nazaret como un Ser sagrado, Ungido de Dios, o Dios mismo individualizado, como hombre Khristós. Era peligroso que un ser tan puro, transparente y cristalino estuviera suelto y libre por el mundo preconizando el amor y la libertad, así que lo crucificaron. Pero el Cristo cósmico y esencial, como el mismo Cristal, representa la Esencia universal de todos los que van realmente hondo en su propio camino de autorrealización.

Por lo que entre Cristo y el Cristal fluye la luz de la conciencia espiritual con absoluta transparencia, como ocurrió con el Avatar acuariano de nuestra Cofradía, EL purísimo u sublime Kristós Francisco de Asis.


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